Friday, November 20, 2009
Sí, señor (ex)ministro
Sunday, November 15, 2009
El canal de Panamá
En el mes de julio se produjo la adjudicación de las obras de ampliación del canal de Panamá y el ganador (a falta de cumplir con una serie de requisitos adicionales) fue un grupo liderado por Sacyr Vallehermoso. En sí la noticia es muy positiva para la compañía española, pero no es oro todo lo que reluce como veremos. Empezaré haciendo un breve resumen de la historia de esta importante obra de ingeniería.
El canal de Panamá se empezó a construir en 1904 tras lograr el país su independencia de Colombia el año anterior, cediendo la construcción y gestión del canal a USA hasta el 31 de diciembre de 1999. Fue inagurado el 15 de agosto de 1914 por el barco Ancón que fue el primero en recorrer sus 80 km. Un barco tarda entre 8 y 10 horas en recorrerlo, teniendo que subir y luego bajar un total de 26 metros hasta los lagos de Miraflores y Gatún, que es por donde cruzan el istmo. En la entrada atlántica, la subida se hace con tres cámaras de 33.53 m de ancho por 304.8 de largo (esclusas de Gatún).
El desarrollo de los barcos portacontenedores revolucionó el transporte marítimo tras la Segunda Guerra Mundial, obligando al Canal a adaptarse y modernizarse. Pero se han ido popularizando barcos con un tamaño superior al permitido por el canal, que se conocen como post-Panamax (se estima que pare el 2011 este tipo de barcos supondrán el 37% de los barcos de carga).
Algunos datos curiosos: el peaje más alto fue en 2008 un total de 317.142 dólares, el más bajo 36 centavos por cruzar Mr. Halliburton a nado, la media es de 54.000 dólares, el canal ahorra unos 12.600 km a un barco que viaje entre San Francisco y NY, el barco más grande tenía 229x32.6 m, el tránsito más rápido es de 2h41m, y en el año fiscal de 2008 pasaron 14.702 barcos.
Sacyr participa en un consorcio que ha resultado vencedor del concurso de ampliación del canal. Sus socios son una empresa de dragados belga, y dos constructoras de Italia y Panamá. La ampliación consiste en nuevos juegos de esclusas (dos complejos de tres niveles cada uno) de 427 m de largo, 55 de ancho y 18,3 de profundidad; la excavación de los cauces de acceso a las nuevas esclusas, y el ensanche (y profundización) de los cauces de navegación existentes. Esto significa poder aumentar un 40% la capacidad de tránsito de mercancías. Se estima que entraría en funcionamiento en 2015 tras una inversión de 5.200 millones de dólares, pero ya lleva retraso.
Saturday, November 7, 2009
El origen irlandés de Halloween
Hace una semana que celebramos Halloween, lo que muchos conocen como una fiesta americana o, directamente, “una americanada”. Estando en Irlanda no me queda sino explicar el origen de esta fiesta cada vez más popular por todo el mundo.
Las raíces de esta fiesta anglosajona se encuentran en los pueblos celtas que habitaban hace unos 2.000 años en Irlanda, parte del Reino Unido y norte de Francia. Celebraban el comienzo del año el día 1 de Noviembre porque marcaba el final de la época de cosechas y empezaba el frío y duro invierno, lo que se asociaba a la muerte. Era la festividad llamada Samhain, y los celtas pensaban que la noche anterior al comienzo del nuevo año el mundo de los muertos se mezclaba con el de los vivos. Los fantasmas de los muertos venían a nuestro mundo a llevarse a los vivos, por lo que éstos ponían comida y dulces en las puertas de sus casas para intentar congraciarse y que pasaran de largo.
La llegada de la cristiandad a estos territorios tampoco supuso la eliminación de esta festividad. Incluso en el siglo VII el papa Bonifacio IV designó el primero de Noviembre como el día de todos los santos, lo que para muchos fue un intento de “cristianizar” una fiesta pagana. La fiesta se llamó, pues, all-hallows, y la noche anterior, all-hallows eve, lo que se acabó convirtiendo en Halloween.
La tradición de disfrazarse también se remonta a la creencia celta de la visita de los muertos que hacían cosas terribles a los vivos. Para salvarse, una estrategia era quedarse en casa y ofrecer comida, y la otra si tenían que salir de casa era disfrazarse “de uno de ellos” para que no los reconocieran como “vivos”.
Otra tradición famosa es la de ir a las casas a pedir comida, que parece venir de Inglaterra de cuando se hacían los desfiles del día de todos los santos. Durante las fiestas los pobres visitaban las casas de las familias más acomodadas para que les dieran comida y/o dinero a cambio de rezar por las almas de los familiares difuntos. Los niños fueron cogiendo esta tradición e iban por las casas pidiendo comida, caramelos y otros dulces. A esto hay que añadir la creencia celta de la visita de los muertos en esta noche. Como he comentado, dejaban en la puerta de la casa comida para agradar a los espíritus, pues de lo contrario, éstos entrarían en la casa y harían terribles “trucos”. Así pues, los espíritus harían “trucos” si no se les daba comida, es decir, había “trato”. De ahí que los niños disfrazados digan vayan de casa en casa diciendo eso de "truco o trato".
La fiesta se popularizó en USA especialmente con la llegada masiva de inmigrantes irlandeses a mediados del siglo XIX debido a la hambruna. Y ha seguido creciendo en popularidad hasta nuestros días, donde se ha convertido en la segunda mayor festividad comercial en este país llegándose a gastar alrededor de 7.000 millones de dólares en su celebración.
Wednesday, November 4, 2009
Feliz medio siglo
Con la muerte en los talones, o North by Northwest como fue titulada por sus creadores (aprovecho para criticar la arrogancia de algún españolito que se cree con derecho de cambiar los títulos de películas en vez de traducirlos), cumple 50 años. Es una de mis películas favoritas, la he visto muchísimas veces y la puedo seguir viendo con interés cada minuto de sus dos horas de duración. Me parece magnífica de principio a fin, destacando las escenas de la avioneta y la del monte Rushmore (Dakota del Sur debe estar muy agradecida a la publicidad) y los trabajos de Cary Grant, Martin Landau, James Mason y la gran banda sonora de Bernard Herrmann. Hay otras escenas memorables, como la de la subasta de antigüedades, la de Cary Grant conduciendo al borde del precipicio, o su diálogo con el policía cuando aún está borracho. No es sencillo elegir una de entre las muchas obras maestras de Hitchcock, para mí mejor el director de la historia del cine, pero ésta es una segura candidata a ese título. Aquí queda, pues, mi sencillo pero respetuoso reconocimiento y homenaje a tan magnífica película.