Aprovechando las dos semanas que tenía de descanso antes de empezar el tercer trimestre (y que terminaron ayer), además de ir a Madrid y pasar tiempo con la familia, el objetivo era empezar a buscar trabajo. Aunque sé que la situación es dura en todos lados y que fuera de España carezco de los “valores añadidos” que tengo allí (o, al menos, no tengo ciertas desventajas respecto a otros candidatos), quería empezar a mirar qué tipos de perfiles están buscando las empresas en USA, UK, Australia y Nueva Zelanda.Se pueden encontrar bastantes ofertas interesantes, incluso en USA es un poco mareante si no limitas los estados a buscar. El inconveniente de los países no europeos es la necesidad de obtener una visa para irse allí, y que además están endureciendo (o no facilitando tanto) la concesión de las mismas.
Elegí algunas de las ofertas de trabajo donde mejor encajo y mandé el curriculum, con cover letter o rellenando la solicitud en internet. Quiero continuar mirando estas páginas para, selectivamente, seguir mandando solicitudes. Y aunque no estaba demasiado convencido del interés que podía suscitar “un españolito” para puestos de responsabilidad en estos países, el mismo jueves recibí una llamada de teléfono para concertar una entrevista. Se mostraba muy interesado en mí para una incorporación inmediata, pero le recordé que estaba en mitad del MBA, como mencionaba en mi solicitud. Me dijo que conservaría el curriculum por si tenía otra oportunidad para después del verano. Y el viernes recibí una carta para confirmarme que había sido admitido en un proceso de selección para Londres.
Sólo mandé unas 7 solicitudes y en menos de una semana me habían respondido positivamente para 2 de ellas, evidentemente para seguir en el proceso no para ofrecérmelo. Es un estímulo para que la moral no baje y siga buscando.
Un anuncio que es bastante ingenioso
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